Ahora viene otro dilema, ¿semillero o plantel? Pues para decidirse hay que saber primero qué es cada cosa...
De forma intuitiva, se habla de semillero cuando
somos nosotros los que colocamos la semilla en un recipiente, como por ejemplo
el del yogur, rellenado con un buen sustrato, para que germine.
Por el contrario, estamos ante un plantel cuando la semilla ya ha germinado, ha echado sus primeras hojas y en breve estará lista para ser trasplantada. Se puede adquirir fácilmente en los viveros.
Sin ánimo de generar confusión, el semillero acabará siendo plantel!!
Después de
este inciso “teórico”, proseguimos. A los principiantes como nosotros se
aconseja que, al menos, el primer año se experimente con planteles ya formados para ir un
poco sobre seguro, y esa era nuestra intención.
Nos pusimos en contacto con invernaderos de la zona para saber si contaban con planteles de las hortalizas que queríamos cultivar y
nos dijeron que sí, que tenían de todo lo que solicitábamos pero a partir de
abril y hasta junio. Nos llevamos un pequeño chasco porque nuestra
intención era empezar a trasplantar para mediados de marzo con la llegada de la
primavera y el fin de las heladas. La alternativa que nos quedaba era las semillas
y nuevamente nos dijeron que sí, que sin ningún problema, pero sólo se podían adquirir a partir
de marzo. Segundo chasco.
Ubicación de Holanda en Europa Ubicación de nuestro jardín en Holanda
Lo estuvimos meditando y como la
casa tiene grandes ventanales, entra bastante luz solar, por lo que finalmente
decidimos hacer nuestros propios planteles, o lo que es lo mismo, ver germinar nuestras propias semillas.
Ventanal del salón con vistas al jardín
Las semillas ecológicas las hemos
adquirido a través de la tienda online de productos ecológicos para huertos La Despensa Verde, pues tienen semillas biólogicas tanto de la marca Madre Tierra como de la Biosom, que son de alta calidad y, parece ser que funcionan muy bien, y así en un solo pedido tenemos lo que necesitamos.
Ahora nos toca ir recolectando recipientes de plástico para, a mediados de febrero, ponernos manos a la obra. Y esta cosecha sí que la llevamos bastante bien...
“Otro pasito más para nosotros
y un gran salto en el éxito de nuestro jardín comestible”
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